De autoridad a celebridad

Esta semana, en una resolución emitida por la Unidad de Control Externo de la Contraloría General de la Repúblicaen el Maule, se cuestionó a la municipalidad de San Clemente por el tratamiento mediático que su Departamento de Comunicaciones le da a la alcaldesa, Marías Inés Sepúlveda.

El texto afirma que existe una sobreexplotación de su imagen en las plataformas comunicacionales, refiriéndose a las redes sociales municipales, argumentando que los recursos para tales fines no deben estar enfocados en levantar particularmente a una figura, sino que en difundir las acciones, servicios y planes sociales que la entidad promueva. “No corresponde como una práctica reiterada”, se detalla en el escrito, que además realiza un análisis anual con imágenes de lo que podría constituir una irregularidad.

Por ejemplo, se cuestiona la celebración del cumpleaños de la autoridad en horario laboral. Asimismo, se pone sobre la mesa el financiamiento de esas actividades, donde se contrata los servicios de mariachis y cantantes.

Si bien esto puede ser una rectificación, a mi parecer exagerada, no es menos cierto que en muchos servicios y entidades públicas en Chile la presencia de la primera autoridad se expone de manera desmedida, incluso contrastando con quienes componen también un cargo de representación popular. Por ejemplo, en el caso de los municipios, estos son los concejales.

Quienes nos desenvolvemos en los medios de comunicación, tenemos más que claro que existen áreas de comunicaciones, prensa, relaciones públicas y marketing, con instrucciones definidas para poner sobre la mesa la “marca delegado, seremi, alcalde, diputado, gobernador(a), etc”. Incluso, las diversas oficinas tienen como indicación agradecer la “iniciativa impulsada por…”, un adoctrinamiento que, para quienes lo escuchamos a diario, genera cierta resistencia, aunque se entiende que la pega es pega.

Ahora, refiriéndose a los alcaldes, es bueno remarcar que son la cara visible del municipio, sujetos de ser responsabilizados políticamente de lo que sucede en su interior, aunque muchas veces se juega con la delgada línea entre la promoción de este, con un impulso mediático según el objetivo que se busque. Por ejemplo, en muchas oportunidades, en dejar el llamado “capital político” a quien le sucederá en el cargo.

Lo anterior no sorprende, porque hoy en día estamos viendo una generación de contenidos audiovisuales que posiciona a la celebridad por sobre la autoridad, donde la imagen parecer ser todo. Aunque también, en diversas ocasiones, carece de profundidad en torno a las políticas públicas en sí, donde se estila marcar el hito y registrar una fotografía, aunque meter a todos en una misma bolsa también sería injusto.

Cuando estamos viviendo un año de elecciones, no se sorprenda si ve mucho de esto, porque el objetivo es construir una imagen de lo que se quiere proyectar, no necesariamente de lo que realmente se va a realizar. Hasta ahora, no he visto ni un proyecto de algún candidato, aun cuando hay nombres ya conocidos.

Siempre he sido un crítico de la inexistencia de una conversación política profunda, con argumentos y conocimientos para la instauración de políticas públicas en una determinada comuna. En este sentido, los debates se orientan a la discusión, cayendo en el insulto cuando ya no existe la forma de rebatir un argumento bien explicitado.

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