Que diferente sería todo

11 de Febrero del 2024 · 07:03

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de VLN Radio.

Que diferente sería todo
Archivo

Luego de la muerte del expresidente Sebastián Piñera Echenique, las redes sociales se inundaron inmediatamente de sentidos mensajes y condolencias a su entorno más cercano, resaltando entre otras cosas, el sentido republicano y democrático que tuvo durante su extensa carrera en el servicio público.

Estos mensajes vinieron desde todos los sectores políticos. “Pese a nuestras profundas diferencias lamentamos la trágica muerte”, señaló por ejemplo el alcalde del Partido Comunista, Daniel Jadue, así también su compañera de filas y vocera de Gobierno, Camila Vallejo; “Mis pensamientos están especialmente con Cecilia (Morel)”.

Si bien estas demostraciones de respeto no dejan de lado la enorme brecha política que existió entre los sectores de izquierda con el mandatario, acrecentadas al extremo en el marco del estallido social, que diferente sería que la discusión bajara un cambio en cuanto a la intensidad con la cual se abordan las temáticas importantes para el país.

Si bien hoy existe un amplio sector de la población que llora la partida del exPresidente, también es cierto que durante muchos años fue caratulado como el centro de todos los problemas que presentaba el país, caricaturizando su imagen y centrándolo como el núcleo de la desigualad social, lo que carece de argumentación a sabiendas de que, durante los 30 años desde el regreso a la democracia, Chile ha tenido representación en toda la banda política, incluyendo a los del centro en dos períodos.

Más allá de los aciertos y los errores de su gestión, una de las decisiones que creo importante destacar, y que le valió descarnadas críticas -incluso desde su mismo sector-, fue el hecho de abrir un proceso constituyente para definir mediante consulta ciudadana cuál era el mejor camino que debía seguir el país hacia el futuro, unificando de manera transversal a los partidos políticos (a excepción del PC) para apagar una olla a presión que continuaba subiendo, evitando la rotura del estado de derecho del cual se vanagloriaba nuestro país, condición que le permitió una estabilidad sociopolítica luego de 17 años de dictadura.

Así también, hay que reconocerle que siempre estuvo disponible para ser consultado, al igual que los expresidentes Patricio Aylwin (Q.E.P.D.), Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, para traspasar sus experiencias a un nuevo gobernante, en este caso, a Gabriel Boric, quien pasó de estar en una trinchera infranqueable a entender que la democracia se construye con diálogos transversales y entendimiento.

En este sentido, hay que valorar la presencia y empatía que han sentido el Presidente Boric junto a sus ministros en ser parte de la guardia de honor junto al féretro en el congreso nacional en Santiago, gesto valorado por el hermano e hija el jefe de Estado, Pablo y Magdalena Piñera, por “la forma tan delicada, generosa y cariñosa en que se han portado".

Si bien algunos cercanos afirman que Piñera tenía una forma bien particular y obstinada para dirigir su gestión, hay que reconocer su capacidad para liderar equipos en las crisis que debió enfrentar. Por ejemplo, la reconstrucción tras el 27/F y el anticipo en la compra de las vacunas durante la pandemia o el rescate de los 33. Así también, escuchó a las disidencias sexuales luego la promulgación de la Ley de Matrimonio Igualitario, la Ley Zamudio, desmarcándose así de un sector conservador que viene por herencia y el cual representa.

Durante sus campañas presidenciales, si bien en diversas oportunidades fue emplazado para sacarlo de sus casillas, siempre mantuvo respeto por sus adversarios políticos, jamás utilizando como un recurso el insulto de los cuales muchas veces fue objeto, como lo han reconocido incluso sus detractores.

Aquella forma, que buscaba mantener en alto la acción política, debe servir para mantener una discusión seria con altura de miras donde la única herramienta deliberante debe ser el voto en las urnas para elegir a nuestras autoridades, quienes son los encargados de representar a la ciudadanía.

Aquel consenso que siempre buscó el ex mandatario, también se debiese trasladar al congreso nacional en Valparaíso, donde en muchas oportunidades se ve un espectáculo lamentable, sin fundamentos y orientado desde partidos políticos que no son capaces de tener ni el más mínimo grado de sentido común. Aunque, bien sabemos, que en muchas oportunidades esto es para los micrófonos y las cámaras, porque posteriormente se les ve disfrutando de un rico café pagado por todos los chilenos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de VLN Radio.

Lo último