Ser viento

“Presencia sintiente, te percibo a través de la vibración…Expresión inmanente, me atraviesa, me desborda y vuelve a dibujarse…”.

Estas son frases de Daniela Gamboa, quien bajo el nombre “Sentirse Viento” en plataformas sociales, reflejaba una profunda conexión con la naturaleza. Cómo todo fluye y todo se mueve, quizás, en el objetivo de obtener respuestas, de encontrar un espacio en el mundo. Y qué mejor que hacerlo mientras te sientes viento.

Esta no era solo la historia de una joven psicóloga de 27 años que amaba San Pedro de Atacama, sino de un ser en constante búsqueda de respuestas, de constante meditación y aceptación espiritual. En sus vídeos, su rostro deja ver una enorme sonrisa que se satisface con cada rayo que la ilumina, con cada ráfaga de viento que la abraza, con cada ser sintiente que ella pudiese amar. En muchas oportunidades, se acompañaba de un instrumento que musicalizaba esos momentos.

Cuando se conoció la noticia de su deceso, el impacto caló profundamente en la comunidad sampedrina y curicana. Más que por la forma en que falleció, fue por lo que representaba su presencia. “Ella es amor puro”, señaló Pedro, su padre, al momento de recibir las muestras de cariño, el último regreso de Daniela a Curicó, donde cientos de personas fueron a darle una emotiva despedida.

Ahí, en el templo mormón, una manta de color naranja abrazaba su ataúd. Aquel color que se asocia con la energía, la creatividad y el entusiasmo, con la capacidad de estimular la actividad mental y fomentar la interacción social. Claramente, un reflejo de su ser.

Sobre ella, un pendón graficaba su esencia más pura, donde se podía apreciar su amor por la naturaleza, en una fotografía contrapicada y a contraluz que inspiraba conexión en una mirada que se perdía en el desértico horizonte. El mensaje,“Eres luz por siempre, un alma libre”, se ilustra como la aceptación de su espíritu que sigue latente, aunque ya no de manera terrenal.

Tras completar sus estudios de psicología en la región de Valparaíso, Daniela, se había trasladado hasta las Islas Canarias para ampliar sus conocimientos en medicina ancestral y luego regresó a Chile pasa asistir al matrimonio de su hermana.

En el intertanto, tomó la decisión de pasar un tiempo en San Pedro de Atacama para trabajar como guía turística. Ahí, habitualmente salía a recorrer sus espacios favoritos en bicicleta, medio de transporte en el cual miraba el mundo desde otra perspectiva.

Su familia, que pertenece a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, le inculcó desde pequeña valores religiosos. Además, siempre fue un permanente contenedor emocional con el que establecía un contacto permanente. En algún momento, todos se reunirían para pasar tiempo juntos, lo cual -lamentablemente- ya no podrán concretar.

Una de las cosas que ha resaltado en este difícil momento, ha sido la entereza de sus padres y sus hermanas, quienes a pesar del dolor creen fielmente que su alma sigue viva y está con ellos, aunque su cuerpo descansa en paz.

Quizás Daniela, no lo supo, pero significó una inspiración para muchas jóvenes que día a día intentan conectarse consigo mismas, para así alcanzar una paz interna y espiritual. Aquella que, en difíciles etapas existenciales, logre dar respuesta a una vida terrenal plena, que avanza demasiado rápido y carece de pausas.

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