Domingo, 17 de Septiembre del 2023 · Publicado a las 07:25

En el peor momento

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de VLN Radio.

En el peor momento
Marco Andrés Retamal | VLN Radio

En la tarde del pasado martes, representantes de la plana mayor de la forestal del Grupo Angelini, Arauco, viajaron desde Santiago a Talca para sostener una reunión con parte del gabinete regional del Maule, entre ellos, el delegado presidencial, Humberto Aquequeve (PS).

El objetivo de la cita fue detallar el comunicado -firmado por el vicepresidente ejecutivo de Celulosa Arauco y Constitución, Matías Domeyko- que horas antes informaba la suspensión indefinida de operaciones en la planta Licancel, ubicada en Licantén, la cual iniciará a fines de septiembre.

Lo anterior dio el tiro de gracia a una comuna que actualmente está emplazada en una zona de catástrofe, con dos inundaciones en menos de dos meses tras el desborde del Río Mataquito, que prácticamente la dejaron sumergida bajo el agua y con daños incalculables a viviendas, mobiliario público y la agricultura local.

Con una lectura entre líneas, no es difícil darse cuenta de que existen varios factores que gatillaron esta decisión, sin importar el carácter económico, social e incluso el simbólico, que en este caso cobra especial relevancia.

También es evidente que esta era la “crónica de una muerte anunciada”, pues ya en 2017 -tras una evaluación económica por parte de Arauco- existía la intención de cesar la operación de Licancel de manera progresiva. Esto, debido a una baja producción que representa un escaso 1,7 por ciento para los ingresos totales de la compañía correspondientes al año 2022, con un 3 por ciento de la capacidad total anual de producción traducido en 160 mil toneladas de celulosa cruda de pino.

Se produce en un año, lo que en otras plantas se consigue en un mes”, fue parte de los argumentos que expusieron los ejecutivos en la reunión con autoridades de Gobierno. Un aspecto que da a entender que más allá de las razones entregadas para el cierre, como la “variabilidad climática, períodos extremos de sequía, incendios forestales y ausencia de una política pública para la reforestación”, al final todo se resume en un bajo rendimiento que no da la rentabilidad requerida. Una mirada fría que se condice con una posturatotalmente empresarial.

Asimismo, desde Santiago vieron las recientes dos inundaciones como una oportunidad para apurar este proceso, instancia contextualizada políticamente ante un Gobierno que genera incomodidad. Por ello, era necesario “enviar un mensaje” a la reforma tributaria impulsada desde La Moneda, que busca aplicar más impuestos.

Si bien el cese aplicará específicamente a la producción de celulosa, existen líneas de generación de energía y extracción forestal que no paralizarán sus funciones. De igual forma, el cierre indefinido afectará directamente a 163 trabajadores, provenientes de comunas como Licantén, Hualañé y Curepto, quienes en estos días ya comenzaron a firmar sus finiquitos.

Para el alcalde de Licantén, Marcelo Fernández (IND), este es un“mazazo”, porque además existe una cantidad indeterminada de empresas externas que también sufrirán las consecuencias. En ese sentido, los primeros efectos comenzarán a notarse en la falta de dinero circulante en la zona, que dañará la economía y, por ende, a sus habitantes.

Desde Arauco, se ha comprometido “un plan de salida que busque generar el menor impacto posible” con la reubicación de sus trabajadores en otras plantas, la creación de oficinas de empleo y el acompañamiento en deudas bancarias de los empleados. Sin embargo, el cierre de Licancel representa el fin de un ciclo que comenzó en 1992, con una explotación ambiental que a lo largo de su historia tuvo detractores, quienes acusan la contaminación del colindante Río Mataquito, quienes veían en la planta un aprovechamiento irresponsable de los recursos naturales.

El Gobierno, por su parte, aceptó prestar ayuda a la comunidad a través de servicios estatales que puedan paliar esta crisis. Mientras, en las calles ya comenzaron las manifestaciones ciudadanas, que acusan abandono por parte del Ejecutivo y tardanza en el apoyo, en un sentir de desazón que irá en escalada a medida que se vayan sintiendo las consecuencias.

Hoy, Licantén se encuentra sumergido en una triste incertidumbre, sufriendo los ataques de la naturaleza, el cierre de locales comerciales y el retiro de empresas, lo que genera temor en cuanto a su sostenibilidad en el tiempo.

Sus vecinos ya levantaron el mensaje: “No queremos que la comuna desaparezca”.

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