"Yo no quiero que me den, póngame dónde haya": Democracia Viva, la diputada y dos hombres adultos

25 de Junio del 2023 · 08:00

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de VLN Radio.

"Yo no quiero que me den, póngame dónde haya": Democracia Viva, la diputada y dos hombres adultos
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La frase que da vida a esta columna fue acuñada o mejor dicho utilizada durante los gobiernos radicales para referirse a los actos de corrupción que ocurrían con los fondos públicos que ha tomado una lamentable vigencia con lo ocurrido por la Honorable diputada Catalina Pérez de Revolución democrática, donde su ex asesor y luego Seremi de Vivienda junto a la pareja de la honorable triangularon asignaciones vía fundación Democracia Viva la no despreciable suma de $426 millones de pesos, transformándose en el último escándalo y comidillo con fondos públicos que lamentablemente nuestra clase política nos tiene acostumbrado.

Hasta ahí, estimado lector, Ud. dirá que nada dista de los escándalos políticos habituales cuando de dinero se habla, lo que lo hace distinto es, que precisamente esta nueva camada de políticos jóvenes hizo de la transparencia y la honestidad, su estandarte, con una superioridad moral e intelectual que nos llevó ingenuamente a creer que en este caso si sería diferente, las explicaciones para justificar este desfalco rayan en lo absurdo, siendo el más chocante que se ataca a la diputada por el hecho de ser mujer (la vieja confiable como dicen los adolescentes) explicación que no resiste análisis serio alguno.

Esto de la asignación de recursos a fundaciones y corporaciones no es nueva, cada partido tiene su preferida donde en forma legal (pero impresentable moralmente) se financian dichas instituciones, los casos de corrupción no llenan a diario siendo Vitacura, Santiago y las condes quienes nos habían aportado las ultimas joyitas.

Esta nueva camada política ha mostrado una impericia y desconocimiento que muchas veces hasta los más acérrimos defensores nos lleva a no poder justificar lo indefendible.

Nuevamente vemos parientes, amigos conocidos y cercanos en puestos públicos para los cuales claramente no están preparados, dejando en ridículo de esa forma la intención seria de quienes nos gobierna en el baúl de los olvidos, no mencionemos meritocracia, que nos dan ganas de llorar.

Nos molestamos por la forma peyorativa cuando nos tratan de la izquierda Caviar o la izquierda, pero los hechos lamentablemente muestran que una vez en el poder las malas costumbres se hacen inherentes al gobernar.

En chile la afiliación a partidos políticos no supera el medio millón de personas, los cuales al igual a la sillita musical se van repartiendo los cargos cuando les toca sentarse, el resto que son la inmensa mayoría, quedan fuera de aquellos beneficios, por más mérito o capacidades que posean, siendo simples espectadores de la repartija de fondos públicos.

Ya hemos visto jubilados en gendarmería, designaciones de familiares, embajadas como premios de consuelo, equipos parlamentarios que aún no sabemos que es lo que hacen, arriendos de vehículos, pagos de bencina, dobles trabajos en instituciones públicas (los cuales aún no se pueden se pueden justificar, para que decir transporte en taxi por el país y todo aquello que coloquialmente se dice sacarle lo posible “a la teta del estado”.

Pensara que el que está detrás de esta pluma es un acérrimo detractor del gobierno, se equivoca profundamente estimado lector, equivocado esta, quien hoy escribe es un orgulloso hombre de Izquierda que con pena y un dejo de nostalgia del ideal de la política ve como a diario se ubican a la personas no para darles, sino que para ponerlos donde haya.

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