Este sábado se cumple un nuevo aniversario de una muerte que dividió el país y que aún hoy tiene más interrogantes que certezas.
De acuerdo al peritaje de Gendarmería el fiscal murió a las 2.46 del domingo del 18 de enero de 2015. Tan solo un día antes de presentar en el Congreso la denuncia que hizo contra la expresidenta Cristina Kirchner y funcionarios allegados a su gobierno por encubrimiento a los iranies acusados del atentado a la AMIA.
Sin embargo, cinco años después de su muerte, la Justicia aún no pudo determinar si se trató de un homicidio o de un suicidio.
Lo cierto es que la bala que acabó con su vida salió de una pistola Bersa calibre 22, propiedad del técnico informático Diego Lagomarsino, único procesado como cómplice de su muerte, ya que le prestó el arma con la que se realizó el disparo.
Ahora bien, el único elemento sobre el cual se sostiene la hipótesis del homicidio -avalada por la Cámara Federal- es el peritaje de la Gendarmería, cuestionado por el oficialismo y por la defensa de Lagomarsino.
El informe indica que Nisman no solo tenía marcas de golpes en su cuerpo, sino que además fue drogado con ketamina y que en la escena del hecho hubo participación de terceros.
En contraposición, el primer peritaje, realizado por el Cuerpo Médico Forense, no indicó la presencia de ketamina ni de otros fármacos en el organismo de Nisman. Una tesis similar abonaron los criminalistas de la Policía Federal, quienes señalaron, además, que no había nadie en la escena del disparo. Esos habían sido los elementos tenidos en cuenta por la fiscal Viviana Fein, que remarcó, mientras estuvo a cargo de la investigación, la ausencia de elementos que acreditaran un homicidio.
Uno de los homenajes será realizado por un grupo de dirigentes de la oposición, entre estos la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la Plaza Vaticano de Buenos Aires.