A pocos pasos de la Basílica de San Pedro, Luisa Melo, una chilena que trabajó durante 21 años en el Vaticano como profesora y funcionaria jubilada, rompe su reserva cuando se le pregunta por su pasado en la ciudad de Curicó, en la región del Maule, Chile. Melo se refiere al Asilo de la Infancia San Ramón Nonato, un orfanato de la orden de monjas mercedarias que dirigió a principios de los años 80, cuando era conocida como Sor Teresa Melo, antes de renunciar a sus votos y emigrar a Italia.
El instituto San Ramón Nonato fue objeto de una investigación del medio chileno Ciper en 2014, que reveló decenas de niños dados ilegalmente en adopción, a menudo al extranjero. Lamentablemente, este no es un caso aislado en Chile: desde 1950, al menos 20.000 niños chilenos habrían sido adoptados ilegalmente, arrebatados con engaños a sus familias biológicas.
Según testimonios recogidos por Ciper, Sor Teresa Melo fue responsable de "numerosos acogimientos irregulares de infantes, a cambio de una compensación económica". Los testimonios indican que bajo su dirección se comenzó a dar preferencia a parejas extranjeras, sobre todo italianas, por sobre las chilenas. A pesar de ello, Luisa Melo niega las acusaciones: "Nunca he ganado nada", declaró, y agregó que "muchos de esos niños viven aquí en Italia y lo han tenido todo de la vida”.
El medio de investigación chileno también reveló que Sor Teresa pudo haber contado con la ayuda de un juez de menores de San Fernando para obtener rápidamente los documentos de los infantes, a fin de facilitar su salida de Chile.
Entre los casos más graves que se han conocido, están el de Sandra María Ríos Abelaje, quien ahora tiene 44 años y vivió en el instituto entre 1980 y 1987, y el de su hermano, Francisco. Sandra no guarda un buen recuerdo de Sor Teresa. "Era mala", dice, y asegura que en el orfanato "había violencia y abusos de las monjas a las niñas mayores y luego, por extensión, de las mayores a las pequeñas". Según el relato de Sandra, una pareja alemana quería adoptarla, pero su madre biológica acudió a recuperarla. En cuanto a su hermano Francisco, las monjas "lo habían dado en adopción a una pareja italiana" y, a partir de ese momento, su familia le perdió la pista, relata su hermano Cristian.
Luisa Melo asegura que esta historia la persigue desde hace más de 40 años, pero se mantuvo firme en su negación de haber recibido dinero por las adopciones. Al finalizar la entrevista con el medio italiano, recomendó a quienes buscan más información que se dirijan al "juzgado de menores de San Fernando”.
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