Nacionales y transandinos llegaban igualados en puntos al final de certamen y en el último partido, coincidentemente debían enfrentarse para definir al monarca sudamericano, por lo que los hinchas se agolparon en el Estadio Nacional para obtener entradas.
Para la ocasión, la Asociación Central de Fútbol (hoy ANFP) señaló al reducto de Ñuñoa como el único lugar donde se venderían los boletos y para peor, el mismo día del partido, situación que generó un tráfico hecho con muertos y heridos.

Fueron tantas las ganar por ingresar al estadio, que por la presión ejercida contra las rejas éstas cedieron, por lo que un grupo de personas quedó atrapadas por ellas, quienes fueron aplastadas por la multitud originando el deceso de seis hinchas, con 17 heridos y más de 500 contusos.

Tras la investigación, Carabineros culpó a la ACF, y la entidad del fútbol hizo lo propio pero con la administración del Estadio Nacional, por no aceptar que se vendieran boletos en otras sedes.
A pesar de todo el partido se disputó y Chile cayó por la cuenta mínima ante los transandinos, quedando en segundo lugar.
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