En la imagen indicios de lo que fue el Hospital Lazareto, lugar emblemático para tratar contagios en el cerro Condell.
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Chile no ha estado ajeno a epidemias y pandemias a lo largo de su historia. Ya en tiempos coloniales, nuestro país ha debido sortear crisis sanitarias que han arrasado con gran parte de la población. Cólera, viruela, influenza, entre otras, han ingresado desde el extranjero dejando miles de muertos y contagiados.
Pero ¿cómo se ha enfrentado estos periodos en Curicó? Una de las respuestas la podemos encontrar en el Hospital "El Lazareto", lugar construido en 1881 en la ladera sur del cerro Carlos Condell y donde eran enviadas las personas contagiadas, que por deficientes políticas públicas en materias de salud, sumado a los escasos insumos, veían limitadas sus expectativas de vida.
Si bien los lazaretos era habituales en las ciudades, debido a la orden gubernamental de construir espacios para aislar a las personas, lo cierto que la estructura ubicada en el cerro local no fue el primer centro de atención para este tipo de enfermedades.
Ya en el antiguo Hospital de Curicó, cuya obra fue dirigida por el doctor Domingo Pertusio, bajo la iniciativa del Gobernador don Timoteo González y que comenzó a funcionar en 1863, existía un espacio para recibir a personas en tiempos de epidemia, que posteriormente pasó a ser utilizado para atender a mujeres, principalmente indigentes, así también en casos de enfermedades derivadas de la maternidad.
Ya con la epidemia de la viruela que afectó a nuestro país en 1887, siendo una enfermedad altamente contagiosa y mortal, comenzó a funcionar exclusivamente el Hospital Lazareto del cerro Condell. Un decreto del ministerio de Salud, determinó que todos los contagiados debían estar asilados en las afueras de la ciudad y el sector a fines del siglo XIX cumplía esos fines.
Al Lazareto se ingresaba por la calle camino a Nazaret y según se detalla en crónicas de la época, los fallecidos se enterraban en los alrededores.
Diversos mitos de la época indican que al detectarse un contagio, los enfermos eran dejados a una cierta distancia del lugar y debían caminar solos, siendo su primera acción el hecho de cavar su propia tumba, algo que no ha sido comprobado.
Ya en el año 1963, durante la presidencia de Jorge Alessandri, se ordenó dinamitar un gran número de lazaretos, debido a que tras su abandono comenzaron a transformarse en lugares habitados por gente en situación de calle, utilizados para consumo de drogas.
En conversación con VLN Radio, el historiador de la UCM, Enrique Muñoz, se refirió este periodo de epidemias en Chile a lo largo de su historia.